Un mal hombre conocerá con el vengativo abrazo de la Llorona. En el epílogo exploramos las raíces indígenas y europeas de dicho fantasma. Finalizamos el programa con un cuento más acerca de la Llorona.
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Fuentes:
1. Mexican American Literature, published by Harcourt Brace Jovanovich.
2. Cuentos y Leyendas de Guatemala por Francisco Barnoya Gálvez. Publicado por Piedra Santa Editorial.
El segundo cuento es contado en inglés por Angel Vigil, autor, narrador, director y educador de Nuevo México. Visita su página: http://www.angelvigil.com/
La Leyenda de La Llorona
Basado en el cuento de Francisco Barnoya Gálvez en el libro Cuentos y Leyendas de Guatemala, publicado por Piedra Santa Editorial
Adaptado por Carolina Quiroga-Stultz
Una tarde el jinete Don Silvio de Carranza y Góngora cabalgaba hacia su finca, cuando se detuvo a contemplar las aguas cristalinas del Río María Linda. Mientras su alma atormentada miraba con envidia la calma de las aguas, Don Silvio vio algo inusual. Una mujer sentada a las orillas del río, tan frágil y sola. ¡Ay de mí! Una aura de melancolía parecía envolverla, dándole a la escena un toque de agonía. Mientras la mujer se peina la larga y ondulada cabellera negra, la mujer sollozaba y se lamentaba. ¡Ay de mí!
Las orejas del caballo se levantaron hacia adelante, la bestia estaba inquieta. Don Silvio creyó que la reacción del animal era una proyección de los tormentos que angustiaban al jinete ó quizá el caballo estaba cansado, después de todo llevaban cabalgando por horas.
Al principio, Don Silvio creyó que la mujer era una visión, la verdad es que ya se estaba haciendo viejo. Día tras día el peso de su mortalidad se convertía en un recuerdo funesto del tiempo que le quedaba y de lo que había hecho. Una advertencia de que más pronto que tarde su alma seria llamada a confrontar sus pecados, a pagar por aquel siniestro acto cometido hace más de 40 años. Cuando le quito la vida a aquel pobre borracho y luego sin pensarlo dos veces tomo la identidad del difunto.
Lo cierto es que nadie había extrañado al antiguo Don Silvio, al miserable borracho. Años habían pasado desde que el borracho se había ido del pueblo y cuando regreso era todo un hombre maduro y responsable. Todos celebraron el retorno y cambio milagroso de este sobrio Don Silvio. ¡Si parece un hombre nuevo!
Aclimatarse a su nueva identidad fue más fácil de lo pensado. El padre del borracho tenía cataratas y estaba casi sordo y en cuanto a los hermanos, uno había muerto y otro se había ido a luchar en la revolución. El nuevo Don Silvio era ahora el único heredero del solitario anciano.
Por un instante, los sollozos de la mujer a la orilla del río trajeron a Don Silvio de regreso a la realidad. ¡Ay de mí! A este presente que Don Silvio el impostor había forjado para sí mismo. Una oportunidad que no le había sido servida en plato de oro como le había sido dada al borracho aquel. El miserable bastardo que no paraba de llorar por la muerte de su amada, ni siquiera dejo de sollozar por esa mujer cuando intoxicado en ron, su verdugo lo ahorcaba con sus propias manos. Todo lo que el idiota dijo mientras se le iba la vida fue: ¡Ay de mí!
Y si esta mujer en llanto también estaba afligida por algún mal de amores, ¡ah! Este Silvio ciertamente conocía el mejor remedio. Don Silvio espoleo al caballo con intención de dirigirse hacia el rio, pero el animal se negó a moverse. Don Silvio desmontó el caballo y amarro las riendas a un árbol cercano, pero el animal relincho de miedo. Don Silvio lo soltó y dijo: ¡Muy bien estúpida bestia!, váyase de regresó a la finca que yo puedo caminar después de que el daño este hecho. La caminata me puede ayudar a despejar la mente.
A pesar de la suerte del impostor recientemente Don Silvio que había estado viviendo la vida de un hombre muerto, había comenzado a temer el final. Llevaba días presintiendo que su juicio vendría en la forma de un borracho tambaleándose por el camino, oliendo a ron y gritando a los cuatro vientos el verdadero nombre del impostor: ¡Segundo! ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me mataste?
Es por eso que el lastimero sollozo de aquella mujer nunca levanto sospecha. ¡Ay de mí! Aun así, Don Silvio cerro los ojos. Su mente cansada podía estar mostrándole gigantes en lugar de molinos. Pero no, la damisela no era un ángel justiciero, o un demonio cobrando deudas. Era solo una mujer, frágil y necesitada.
Entonces ¿Por qué escuchó una voz distante urgiéndolo a seguir su camino? ¿Acaso todavía algún ángel o un ancestro guardabandole la espalda? Entre más viejo uno se hace, más comienza a creer en esas pendejadas.
Don Silvio ignoró la voz y caminó con la determinación de un cazador hacia su presa. El hombre sintió un hormigueo de lujuria subiéndole de los pies a la cintura. Una sensación casi olvidada. Y no era que Don Silvio no visitara con regularidad el burdel del pueblo, pero las modelos habían envejecido, el show era el mismo. Un juego sin emoción. Pero esto era nuevo. Que sensación tan refrescante. Don Silvio pensó: ¡Una mujer nunca debe estar sola! ¡Una mujer siempre necesita a un hombre!
Usando su tono de voz más galante para que la presa no se fuera a espantar el pretendiente dijo: ¡Bella dama! ¿Qué hacéis aquí toda sola y abandonada? ¿Puedo ayudarle en algo? Puedo ser su pañuelo. ¿Qué es lo que hace llorar a esos hermosos ojos?
En ese momento, la misteriosa dama lentamente se levantó, revelando un cuerpo esbelto y seductor a través de aquel vestido blanco y traslúcido. Era como una diosa griega, pálida y etérea. ¡Lentamente la mujer levanto el dedo índice de su mano derecha y tocó su boca, ¡shh! Luego la intrigante mujer inclino la cabeza con dulzura hacia la derecha mientras una última lágrima rodaba por su mejilla izquierda, y una pequeña mueca se dibujaba en su boca, una sensual invitación que hizo que esos labios voluptuosos se vieran más deseables.
Don Silvio sintió que él era todo lo que ella había estado esperando. Pero en ese momento la damisela se giró, le dio la espalda y comenzó a caminar por la orilla del río, alejándose de él. De vez en cuando mirando hacia atrás y con curiosidad escaneando e invitando a su devoto a seguirla. ¡Vamos!
Los tecolotes, los búhos, llamaron a la noche. Una turba de testigos silenciosos. La brisa de la tarde comenzó a ventear con rabia como denunciando que las deudas pasadas siempre tendrán que ser pagadas. La diosa se giró de nuevo hacia él y comenzó a caminar de espaldas. Casi que se podía escuchar la hierba llorando bajo sus pasos. ¡Ay de mí! El aliento mórbido del viento juega con sus cabellos, ahora parecen tentáculos, parecen manos que lo invitan a un abrazo.
Don Silvio siente la urgencia por abrazarla y corre hacia ella. Mientras corre, una risita nerviosa salió de aquel vejete. ¡Linda! Don Silvio se sintió joven de nuevo. Sin embargo, cada vez que se acerca a ella, su diosa parecía estar más distante.
Las sombras de un cómplice atardecer entregaron la batuta del engaño a la noche. A cada curva que toma el rio, la mujer gira también. ¿Acaso la dama sigue al rio? O ¿A caso ella comanda un rio de almas a correr por su lado? El chapoteo de las aguas comienza a murmurar una melodía diferente, como un cómplice que no puede contener la carcajada.
¿Era eso? O ¿Era acaso la cascada al borde del acantilado? Tenía que ser, había comenzado a hacer frío. ¡Ahí! Tenía que avisarle. Este ridículo juego podía tener un final fatal. Don Silvio grito sobre las estrepitosas aguas: ¡Cuidado! Pero la mujer de sus sueños inclino su cabeza hacia la izquierda y sonrió. Por supuesto, que tonto, ella no podía escucharlo, la mujer tomó otro pequeño paso hacia atrás, hacia el abismo.
El deseo de salvarla y luego poseerla se acrecentó.
Don Silvio corrió hacia ella para sacarla del peligro. Quería ser su campeón, pero cuando sus fuertes brazos de héroe la alcanzaron, el cuerpo de mármol frío de la mujer le dio la bienvenida. ¡Ah! Esta es la recompensa que el hombre esperaba. Le olio el cuello y se sintió intoxicado de lujuria.
Por su sangre corría una pasión ardiente. Don Silvio desea consumir el acto y ella está de acuerdo. El largo cabello ondulado lo abraza como las rejas de una jaula. Don Silvio desea ser su prisionero. Ella está de acuerdo. Apenas si puede respirar, ésta es sin duda una emoción nueva y excitante. Ella se ríe. Ahora son uno solo. ¡Ah! Hasta que abre los ojos y se da cuenta que solo está abrazando el aire. ¡Ay de mí!
La repentina desaparición y luego el descubrimiento del cuerpo hinchado de agua de Don Silvio de Carranza y Góngora flotando bajo el rio, puede ser explicada por la macabra mueca en su rostro. Un hombre muerto que aparece de esa manera con seguridad debió haber conocido a la Llorona. ¿Qué más va a ser?
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Comentario
Muy bien amigos y amigas hablemos de la llorona. En el libro Literatura Mexicoamericana publicado por Harcourt Brace Jovanovich Publishers, aquellos que han investigado sobre la leyenda de esa mujer no se ponen de acuerdo en el origen de esta historia. Sin embargo, están de acuerdo en que parece ser una mezcla de una leyenda europea y una leyenda indígena mexicana.
La llorona ha sido rastreada hasta el mito griego de Medea. Otros investigadores han encontrado coincidencias con una leyenda europea que se llama Las mujeres de blanco. La leyenda dice que aparentemente ciertas mujeres se vestían de blanco en la noche para poder salir libremente sin ser molestadas.
Me imagino yo que la idea de vestirse de blanco era para dar la impresión de ser un fantasma y así, si algún hombre las veía afuera, en lugar de reprimirlas, regañarlas o castigarlas, por el contrario, el sujeto salía huyendo pensando que se había encontrado con un espanto.
La versión más conocida gira alrededor de una mujer indígena mexicana, quién es traicionada por su esposo o amante.
El cual es a su vez un hombre acomodado, es decir que tiene dinero. En algunos casos este hombre aparece como un español, es decir, como un conquistador o un colonizador. Y en otras versiones el sinvergüenza aparece tener otra mujer esperándolo sea en España o en la ciudad o de donde sea que él viene. Lo cierto es que muchas de las historias el hombre es el que llega al pueblo de ella, es decir, él no ha nacido allí. Razón por la cual ella se interesa en él, porque hasta el momento ningún hombre del pueblo le había parecido suficiente.
Cuando la mujer se da cuenta de las intenciones de este hombre, es decir que la quería utilizar y que no tiene ningún interés en quedarse con ella, ni quedarse con los hijos que tuvieron; y que de hecho solo quiere regresar a España o irse lejos, la mujer se siente traicionada y enloquece. Y cómo no puede detenerlo, decide que su venganza será ahogar a sus hijos. Después del infanticidio, la mujer muere de remordimiento.
Es por eso que se dice que el espíritu de ella vaga alrededor de los ríos o lagos donde en teoría se llevó acabo el infanticidio y que se le aparece en su mayoría a los hombres. Usualmente se le ve de blanco y se le escucha llorando o quejándose, lamentando la muerte de sus hijos.
En unas versiones se dice que después de su muerte ella conoció al diablo quien la enlisto en sus filas, luego la envía de nuevo a la tierra para castigar y saldar la cuenta de aquellos hombres que traen malas intenciones o aquellos que habrían hecho un pacto con el diablo, y pues ya es hora de saldar la cuenta. Así que ella se aparece y engaña a sus víctimas para que la sigan y de esa manera los lleva a la muerte.
Cualquiera que sea la razón por la cual la Llorona viene a este mundo, ya sea a castigar o a llorar a sus hijos, la leyenda de esta mujer es un cuento que se usa para advertir a los hombres y a los niños o niñas deben de quedarse en casa.
Un cuento más
Muy bien mis queridos oyentes vamos a finalizar el programa con un cuento más. Y este cuento nos llega desde Nuevo Mexico, del narrador Angel Vigil, quien me dio permiso para contarlo en español. Angel Vigil es un autor, actor, director de teatro y educador. Quien ha ganado seis premios por sus libros en Cultura y Arte Hispano y del Oeste.
Los orígenes de la llorona se han perdido en el tiempo, pero están grabados profundamente en la memoria de la gente.
Había una vez un rio, y cerca de este rio había una casa, y en dicha casa vivía una mujer, y esta mujer había enviudado hacía muchos años, y había quedado con dos hijos, un niño y una niña.
Cada día la madre le decía a su hijo enojada, ¿qué estás haciendo?, te he pedido más de una vez que me ayudes, porque ya me estoy haciendo vieja. Tu eres el hombre de la familia ahora, tu padre murió hace mucho tiempo, es tiempo que crezcas y te hagas el hombre de la familia, en lugar de continuar siendo un niño.
El niño le decía a la Mama: Pero Mamá, yo quiero jugar. Y la madre le decía: obedéceme, ve y trae la madera.
El niño le decía, lo siento Mamá, ya mismo voy, ya mismo.
Luego la mama le decía a La niña, hija ve y traes agua del rio. La niña iba y traía el agua, pero la jarra era muy pesada para La niña, y cuando entraba en la casa tratando de cargar la jarra con agua, dejaba caer parte del agua.
La madre le gritaba: mira lo que has hecho, tienes que tener más cuidado, mira lo que has hecho, ahora el piso estará mojado. Estos buenos para nada. Los dos se irán a la cama sin comer.
El niño y la niña se iban entonces a la cama sin poder comer antes de dormir.
Entonces El niño le decía a su hermanita: deberíamos irnos de la casa, de esa manera no le causaríamos tantos trabajos a Mamá y así ella se casaría de nuevo, y estaría contenta como lo estaba antes. ¡Vámonos lejos!
La niña estuvo de acuerdo, y ambos salieron esa noche de la casa.
La niña le dijo a su hermano, pero para irnos lejos tendremos que cruzar el rio, eso es lo que mama siempre dijo. El muchacho le dijo a su hermana, sostente fuerte de mi mano, yo soy fuerte, ahora yo soy el hombre de la casa.
Mientras cruzan el rio, la corriente se hacía más rápida y el rio más y más profundo. Hasta que la madre quien dormía en casa despertó al escuchar el grito: ¡ay! ¡Mamá!
La mujer salió corriendo de la casa hacia el rio y allí lo único que encontró fue el sombrero de su hijo flotando en el rio en círculos. La mujer llamo a sus hijos, pero ellos ya no estaban.
- ¡Mijo, mija, regresen a mí!
Pero todos conocemos la historia, los pequeños habían desaparecido para siempre. Y cada día y cada noche la madre recorría el rio de arriba a abajo, llorando y llamando a sus hijos, tan fuerte: ¡mi hijo!, ¡mi hija!, ¡regresen!
Y cuando se escucha el viento soplando en el rio, moviendo las hojas de los árboles en la noche, todos saben que es la Llorona, llorando por sus hijos. Y si te descuidas, ella vendrá por ti, para que reemplaces a sus hijos.
Y esa es la Llorona.
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Lista de créditos por canción
Forest of fear -Aakash Gandhi
Waltz to Death – Sir Cubworth
Cavern – HOVATOFF
Intermission_Tenebrous_Brothers_Carnival – Kevin McLeod
Ghost Story - Kevin McLeod
A turn for worse - Kevin McLeod
Thinking Back – Max Surla, Media Right Production
The Angels Weep by Audionautix is licensed under a Creative Commons Attribution license (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)
Artist: http://audionautix.com/
Fear The Wind Sir Cubworth
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