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12 - Narrativas Legendarias


Un sabio maya perderá su alma y la recuperará en la forma de una esclava. Los amantes serán victimas del ostracismo de la época colonial. En el epílogo exploramos otra leyenda La Mualta de Cordoba, sobre la cual quizá el autor pudo haber basado el personaje de la tatuana.

Fuentes:

1. Legends of Guatemala by Miguel Angel Asturias

2. The Hispano American Literature: An anthology and historical introduction by Enrique Anderson Imbert and Eugenio Florit. Published by Holt, Rinehart and Winston, Inc New York.

3. Las Calles de Mexico (The streets of Mexico) by Luis Gonzalez Obregón.



LA LEYENDA DE LA TATUANA

Autor: Miguel Ángel Asturias. Versión por Carolina Quiroga-Stultz


El héroe viene a rescatar un pedazo de sí mismo que le ha sido entregado a la persona equivocada.


Si ustedes pudieran conocer al maestro Almendro en su forma humana verían a un sabio hombre maya con una barba rosada. Él era uno de esos hombres que el hombre blanco pensó que tenía tesoros escondidos quién sabe dónde, porque él podía leer las estrellas; sabía cómo usar las plantas para curar enfermedades y podía hablar con la piedra de obsidiana.


Además de poseer tan extraordinarios conocimientos el maestro Almendro podía cambiar de forma o de Nahual. De hecho, el nahual más usual que tomaba era el de un árbol de almendro con flores rosa. La gente decía que ese almendro había estado allí desde siempre.


De tiempo en tiempo, el maestro almendro sentía la necesidad de ver el mundo más allá de sí mismo y en esos momentos entregaba su alma a los cuatro caminos, para que salieran en cuatro direcciones diferentes y sintieran, olieran, tocaran y experimentaran el mundo por él. Al concluir el viaje, los cuatro caminos regresaban para nutrir al maestro.


Pues sucede que, durante épocas coloniales, el maestro almendro de nuevo sintió la urgencia por nutrirse de conocimiento. Así que le dio su alma a los cuatro caminos quienes salieron en diferentes direcciones.


Cuando el Camino del Norte salió volando por los aires, una paloma se le unió y le dijo:

Caminito, Caminito, ¿Me darías el alma de tu maestro? ¡Si lo haces te prometo que reinaras los caminos del viento!


El Camino del Norte pensó: ¡esta paloma ya se cayó del palomero! e ignorando a la intrigante ave, el Camino del Norte siguió adelante.


Cuando el Camino del Este nadaba bajo las aguas de un rio, un salmón se le unió y le dijo:

Caminito, Caminito, ¿me darías el alma de tu maestro? ¡Si lo hacéis te prometo que reinaras el camino de estas aguas!


El Camino del Este pensó: ¡Este salmón ya está frito!, e ignorando al intrigante salmón, el Camino del Este siguió adelante.


Cuando el Camino del Oeste, corría veloz por el bosque, las hojas de los arboles alrededor susurraron: Caminito, Caminito, ¿nos darías el alma de tu maestro? ¡Si lo hacéis te prometemos que reinarás los caminos de las hojas!


El Camino del Oeste pensó: ¡Uh! estas hojas ya se achicharraron! e ignorando a las intrigantes hojas, el Camino del Oeste siguió adelante.


Sin embargo, el ultimo camino tenía una agenda diferente. Cuando el Camino del Sur alcanzo el pueblo más cercano, después de haber cruzado las calles y saltar las cercas, el camino llego a la casa más grande del pueblo y allí toco la puerta.


Cuando esta se abrió, el Camino del Sur ofreció el alma del Maestro Almendro por algo que nunca llegaremos a saber. Pero lo que sí sabemos es que quien acepto dicha oferta no era otro que el Mercader de Joyas Invaluables quien desesperadamente deseaba el alma de Maestro Almendro para poder intercambiarla por una mercancía que lo tenía obsesionado.


Verán en uno de sus tantos viajes al antiguo continente de África, el Mercader de joyas invaluables había visto la mujer más hermosa del mundo. Y como la deseaba tanto, solo podía comprarla por algo tan precioso y valioso como ella misma.


Cuando el Maestro Almendro se dio cuenta de lo que había sucedido, dejó su forma de árbol y tomo su cuerpo de hombre maya y salió hacia el pueblo. Cuando llegó a la casa más grande, tocó la puerta y cuando el Mercader de Joyas Invaluables abrió, el Maestro Almendro dijo:


Maestro: Señor, me he enterado de que usted tiene mi alma, por favor señor devuélvamela. Puedo darle lo que me pida. Puedo enseñarle cómo leer las estrellas, cómo usar las plantas para curar males, hasta puedo enseñarle a hablar con la piedra de obsidiana, pero por favor señor devuélvame mi alma.


Mercader: ¡ja! ¡ja! ¡indio, indio, ¿acaso no sabéis quién soy? Yo soy el Mercader de las Joyas Invaluables y mis jemas no tiene precio.


Maestro: Pero por favor señor, necesito mi alma, puedo llenar un lago con esmeraldas solo para usted.


Mercader: ¿Acaso estas sordo indio? ¿Que no escuchaste? ¡Mis joyas no tienen precio!


A continuación, el mercader le cerró la puerta en la cara al maestro. Al siguiente día, el Mercader de las Joyas Invaluables salió en un navío hacia África. Por meses buscó, hasta que por fin pudo encontrar, a su perla negra, la mujer más hermosa que sus ojos hubieran visto.


Inmediatamente la intercambio por el Alma del Maestro Almendro y después de haber comprado otros esclavos, salió de regreso a Guatemala.


Cuando atracó en las playas de la península de Yucatán, el mercader llamó a su perla negra y le dijo: ¿Mi perla negra, vez las tierras en el horizonte? ¡Son mías! y pueden ser tuyas, mientras hagas lo que te diga.


Los meses pasaron y en un atardecer que el Mercader las Joyas Invaluables se encontraba recostado en su hamaca con su perla negra, le confeso: ¿Quieres saber cómo te compré? ¡Te cambié por el alma del Maestro Almendro, y sabes que me prometió el pobre idiota! Que me iba a enseñar a la leer los cielos, a usar plantas para curar enfermedades, como si a alguien le importara eso, ¡ah! y hasta hablar con una piedra, pero yo me negué a todo, ¡porque solo quería tenerte a ti!


Bueno, de nuevo el tiempo pasa y un día el Mercader de las Joyas Invaluables se sentía lleno de sí mismo y con ganas de darle una lección a sus sirvientes y esclavos. Ordenó que le trajeran un caballo sin domar que recientemente había adquirido, y les dijo a todos: ¡Miradme y admirarme! ¡como domo a esta bestia, tal y como he domado vuestras almas! ¡Anda caballo, anda!


Y por primera vez en su salvaje vida el caballo siguió la orden y comenzó a cabalgar tan rápido como pudo. Cuando el Mercader de las Joyas invaluables miró hacia atrás vio que todo lo que poseía, ahora se veía tan pequeño y lejano en el horizonte, se asustó y grito:

¡Detente caballo, Detente!


Y por última vez en su vida, el caballo indomable siguió la orden, deteniéndose tan rápido y tan de repente, que lanzó al jinete fuera de su montura. El mercader de las joyas invaluables fue a caer sobre la piedra de obsidiana. Si tan solo hubiera sabido hablar con ella, quizá hubiera sobrevivido.


**


Para aquellos que se preguntan ¿qué paso con el Maestro Almendro, después de que el mercader le cerró la puerta en la cara? bueno, el maestro se convirtió en un alma perdida que comenzó a vagar sin rumbo por las calles de Guatemala, a veces deteniendo a un transeúnte a preguntarle: ¿Ha visto usted mi alma? Estoy buscando mi alma.


La gente decía que el hombre se había enloquecido. No solo porque hacia una pregunta muy rara sino porque estaba en constante compañía de los perros de la calle.


Y así fue como un día los caninos se enteraron de la noticia del trágico fallecimiento del Mercader y como pudieron, guiaron al Maestro frente a la casa más grande del pueblo, y allí comenzaron a (aullar)

¿Y quién creen que abrió la puerta? Si, fue la perla negra.


Perla Negra: ¿Señor? ¿le puedo ayudar en algo?


Maestro: Señorita, estoy buscando mi alma, ¿ha visto mi alma?


¡Ah! en ese momento ella supo quién era él. Con suavidad lo tomo de la mano y lo invito a entrar en la casa y allí le lavó las manos y luego con sus dos hermosas manos negras le tomo del rostro al maestro y le dijo: Maestro, yo seré su alma ahora.


Y si, los dos se enamoraron, y fue el amor más hermoso que se hubiera visto hasta el momento. Mas lindo que el de Romeo y Julieta, para mí que esos dos críos apenas estaban coqueteando. Porque para mí el amor más lindo es el que es capaz de sobrepasar el color de la piel, nuestros orígenes, acentos y creencias. El amor más lindo es aquel que ignora todos esas mascaras que llevamos puestas y nos ama por quien de verdad somos.


Pero ustedes ya saben cómo es alguna gente, especialmente en la época colonial. La gente más decente y moral del pueblo comenzó a decir: Gente del pueblo: ¡Pero qué barbaridad! ¡Una mujer negra y un indio! ¡Eso es terrible! ¡No podemos permitirlo!


Así que la gente más decente y moral del pueblo encontraron una forma de meter a los dos enamorados en la cárcel. A ella la encontraron culpable de brujería y a el de herejía.


La noche antes de ser ejecutados, el Maestro Almendro le pidió al guardia de su celda que le dejara ver a su alma por última vez. El guardián accedió y lo llevó a verla. Una vez dentro, el Maestro Almendro suavemente le tomó el rostro con sus hermosas manos de hombre maya y le dijo: Mi alma, ¡escúchame con atención! ¡quiero que seas tan libre como mis pensamientos!


Luego con la uña de su índice derecho le tatuó en el hombro la forma de un bote y le dijo: Cuando estés lista para ser libre, dibuja este bote donde quieras. Sobre el piso, la pared, y luego cierra tus ojos y siente como navegas en el bote lejos de este lugar.


Después de lágrimas y abrazos se dijeron adiós y el maestro Almendro regreso a su celda.


La mañana siguiente cuando los verdugos fueron por la mujer, encontraron la celda vacía. Y eso que buscaron en todas partes, incluso debajo del colchón, pero la celda era tan pequeña que no podía haberse escapado. Fue allí cuando uno de los guardias miro hacia la pared y vio un dibujo de un bote y la figura de una mujer navegándolo, que ante sus ojos desaparecía al voltear la esquina de la celda.


Inmediatamente, fueron a buscar al Maestro Almendro, pero ni siquiera pudieron entrar en su celda.


Estaba llena. Dentro de ella había un tronco de árbol de almendro y el suelo estaba cubierto por flores rosadas.


La verdad es que nadie sabe que pasó con el Maestro Almendro o con la Perla Negra, porque eso es todo lo que al autor de este relato nos cuenta sobre La Leyenda de la Tatuana. Pero a mí me gusta pensar que quizá se pudieron haber encontrado otra vez. O quizá ella regreso con su gente o encontró una playa amable donde echar raíces.


Pero si de algo estoy segura es que el Maestro Almendro regresó con su gente, los mayas, quienes hasta el día de hoy luchan porque les regresen el alma, es decir, sus tierras.


Epílogo


Muy bien mis queridos oyentes hablemos de la historia. Es importante que sepan que ésta es una historia de ficción que busca reflexionar sobre los aspectos históricos y míticos de una cultura o varias. Si alguno de ustedes ha leído la versión original escrita por Miguel Ángel Asturias y la comparan con la versión que escucharon, encontraran algunos cambios que consideré pertinente hacer para adaptarla a este formato y para hacerla más fácil de comprender.


Del libro, Literatura Hispanoamericana: Una antología e introducción histórica por Enrique Anderson Imbert y Eugenio Florit, publicado por Holt, Rinehart y Winston, Inc New York, encontramos un poco más sobre los Caminos.


En la Mitología Maya existe la creencia de que la persona después de muerta llega a Xibalba, el inframundo o la tierra de los muertos. Allí la persona debe cruzar cuatro caminos. El camino rojo, el verde, el blanco y el negro. Este último es un camino engañoso porque no hace más que halagar el ego del viajero, diciéndole que lo llevará al rey, pero no es así.


Respecto a la Tatuana, a quién también conocemos como la perla negra, pues mi teoría es que el personaje de esta mujer está inspirado por una legendaria mujer conocida como: La Mulata de Córdoba. Para soportar mi teoría les contare brevemente su historia donde encontrarán algunos puntos en común.


Este cuento nos llega del Libro Las Calles de México por Luis González Obregón, publicado por Editorial Porrua, S. A.


Se dice que no hay archivos escritos sobre dicha mujer, por lo cual, ni si quiera se puede asegurar que ella haya existido.


Hace más de 200 años en Córdoba, México, había una mujer que no parecía envejecer. Nadie sabía quién era ella, simplemente la llamaban La Mulata. Muchos la consideraban una bruja que debía haber hecho un pacto con el diablo.


Y pronto algunos comenzaron a jurar que el mismo satanás la visitaba en las noches. Decían que si alguien pasaba cerca a la casa de ella a la media noche se podía ver una luz siniestra. Una luz tan poderosa que parecía que las llamas estuvieran devorando la casa desde dentro.


Otros decían que la habían visto volar por los tejados dándole a más de uno una mirada siniestra. Todos los hombres jóvenes que llegaban al pueblo se enamoraban de ella, pero ella jamás les correspondía. Quizá, como muchos aseguraban era porque satanás era su amante. También decían que podía estar en dos lugares al mismo tiempo.


Ahora recordemos que estamos hablando de sociedades extremadamente supersticiosas y religiosas que veían cualquier contrariedad como una creación del demonio. Y pues como la mujer no era blanca, sino mulata, además estaba sola, lo cual era todo un escándalo para muchos, pues hay que ver que la imaginación de más de uno volaba a 1000 kilómetros por hora.


Y por supuesto no faltaban los rumores sobre los milagros que podía hacer dicha misteriosa mujer. Sin embargo, a pesar del chismerío que la seguía, ella atendía misa, tomaba los sacramentos y daba generosas donaciones y hasta ayudaba a los necesitados. La llamada bruja, que probablemente era solo una curandera, abogaba por los necesitados. Le ayudaba a las solteronas para que encontraran marido, ayudaba a los trabajadores, soldados, doctores, a quien le pidiera un favor. Y hasta donde sabemos, todos estaban satisfechos con sus servicios.


La historia cuenta que un día esta mujer fue llevada a la justicia. Fue puesta en la cárcel del santo oficio. Los rumores decían que la razón por la cual ella acabo en las manos de los clérigos es porque ellos le debían una fortuna. Así que decidieron deshacerse de ella. Otros dijeron que era que algún hombre despechado porque ella no le había correspondido en amores la había acusado. Quizá porque ella prefería ser una mujer independiente o a ella no le gustaban los hombres. Quién sabe, lo cierto es que esos tiempos cualquiera de las anteriores era inaceptable.


La leyenda dice que una noche el guardián de la celda de la mujer vino a verla y quedó maravillado con lo que ella había pintado en la pared. Era el dibujo de un navío hecho al carbón. En ese momento la mujer le pregunto al hombre ¿qué le faltaba al navío?


El hombre le dijo: ¿qué clase de pregunta era esa? ¡mejor arrepiéntase de sus pecados, lo único que le falta a ese barco es que zarpe!


y luego la mujer saltó al barco dibujado en la pared, y el guardia se quedó pasmado con la boca abierta viendo como el barco navegaba por la pared y desaparecía con la mujer al voltear la esquina de la celda.


En conclusión, para mí Miguel Ángel Asturias usó algunos de los elementos de esta historia de la Mulata de Córdoba y los mezcló con la situación de los Mayas, representando así la condición histórica de los indígenas y afrodescendientes en épocas coloniales, donde las curanderas y sanadores eran vistos como brujos y herejes vinieran de donde vinieran.


**


Muy bien mis queridos oyentes, Tres Cuentos les aconseja que tomen alguna valiosa enseñanza de este maravilloso cuento, para que juntos podamos romper el ciclo de injusticias y racismo que lleva dando vueltas desde hace siglos. Ya es tiempo.


Con este cuento concluimos la serie de Cuentos de Poder. Hasta el siguiente cuento.


Créditos:

Passage por Ugonna Onyekwe

Subtle Betrayal por SYBS

Day of Reckon Sting por Max Surla, Media Right Production

Sea of Doom por Doug Maxwell, , Media Right Production

Foreign Land Sting por Jingle Punks

Grave Blow por Kevin McLeod

Un Requited Love por Sir Cubworth

Tempting Fate por Audionautix

A whisper por Ann Annie

Achilles Strings por Kevin McLeod

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