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23 - Narrativas Precolombinas


Cuando el rey y sacerdote “Tolteca” Quetzalcóatl deja la ciudad de Tula, se dice que la ciudad entró en decadencia. En el epílogo hablamos sobre el posible motivo de su partida, exploramos los orígenes Chichimeca de los Toltecas y presentamos a los Nonoalcas, quienes también hicieron parte de esta historia.

Fuentes

1. In the Language of Kings. An Anthology of Mesoamerican Literature – Pre-Columbian to the Present. Miguel Leon-Portilla & Earl Shorris. New York: Norton, 2001. (First story based on the version found in the book The Flayed God by Roberta H. and Peter T. Markman. Translated by Willard Gingerich. San Francisco: HarperCollins, 1992.

2. Legends of the Plumed Serpent. A biography of a Mexican God. Neil Baldwin, New York: Public Affairs,1998.

3. Tula-Teotihuacán, Quetzalcóatl y la Toltecayótl. Enrique Florescano. El Colegio de México. URL: http://aleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/29621/1/13-050-1963-0193.pdf 4. Quetzalcoatl and Tezcatlipoca in Cuauhquechollan. Avis Dalene Mysyk. Estudios de Cultural Nahuatl No.43. Enero-Junio, 2012. P.115-138.

5. The Hungry Woman. Myths and Legends of the Aztecs. John Bierhorst. Quill, 1984. 6. Quetzalcoatl de Tula. Mitogenesis de un aLeyenda Poscortesiana. Werner Stenzel.Cuadernos de Unicornio No.13. Universidad Autonoma de Nuevo León. 1991


Cuento Introductorio


1 Caña: Se dice que en este año nació Quetzalcóatl, el llamado Nuestro Amado Príncipe Gran Sacerdote Uno Caña Quetzalcóatl.


Fue él quien reveló la grandeza de la riqueza de la piedra de jade, la turquesa, el oro blanco y el oro amarillo, el coral, la madre perla. La belleza del plumaje del quetzal, la cotinga, la roseta, el trupial, el trogon y pájaro espátula rosada y la garza.


Fue él quien reveló los colores del cacao y del algodón multicolor. Él era un gran Tolteca, un gran artesano.


En el tiempo en que vivió, él fundó su templo y erigió las columnas de serpiente. En el tiempo en que vivió, él no mostró su rostro ante las personas. Dentro de su casa, él vivía protegido.


También se cuenta, se ha dicho, que su Casa de Ayuno fue construida en cuatro partes. Y se habla de cuántas veces, en vano los Brujos mortales de la Lechuza buscaron humillar a Quetzalcóatl, para que él hiciera ofrendas de vidas, para que él sacrificará a los hombres.


Pero él nunca quiso consentir a ello. Porque él amaba a sus gente, a los Toltecas. Y las ofrendas que continuamente hacía eran de serpientes, aves y mariposas.


Se dice, se cuenta, que los Brujos de la Lechuza se enojaron tanto que comenzaron a atormentarlo, mofándose de él, humillándolo. Decían que de esta manera le harían la vida miserable y así lo obligarían a irse, y así fue.


**

La Huida de Quetzalcóatl

Adaptado por Carolina Quiroga-Stultz


Un día, los Hechiceros de la Lechuza se reunieron. Tezcatlipoca, Ihuimecatl y Toltecatl dijeron:

¡Quetzalcóatl debe irse! ¡Nosotros debemos reinar! ¡Debemos corromperlo! ¡Debemos deshonrarle!


Y así, maquinaron un plan macabro. Entonces Tezcatlipoca hizo un espejo de doble cara y lo envolvió. Luego se disfrazó de un hombre viejo de cabello blanco y se encaminó a la casa de coral donde Quetzalcóatl estaba alojado.


En la puerta, Tezcatlipoca dijo a quienes protegían a Quetzalcóatl:

Por favor háganme el honor de avisar al Sumo Sacerdote que Telpochtli ha venido y desea humildemente mostrarle a él su mismo cuerpo.


Los ayudantes de Quetzalcóatl le dieron el mensaje, pero él estaba intrigado:

¿Qué es esta cosa que quiere mostrarme? ¿Qué es este cuerpo mío que él ha traído? ¡Examínenlo primero y luego podrá entrar!


Sin embargo, Tezcatlipoca no quería que otros vieran lo que él había traído, así que respondió:

En verdad, debo ser yo quien se lo muestre, ¡por favor díganle!

Al escuchar la negativa de Tezcatlipoca, Quetzalcóatl accedió a dejarlo entrar.


Una vez Tezcatlipoca estaba en presencia del Sumo Sacerdote dijo:

Mi amado príncipe y sumo sacerdote Uno Caña Quetzalcóatl. Saludo a su gracia, he venido a presentarle su precioso cuerpo.


Quetzalcóatl preguntó:

¿De dónde vienes abuelo? ¿Qué es esta cosa a la que llamas mi cuerpo? ¡Muéstramelo!


Tezcatlipoca le pasó el espejo de doble cara a Quetzalcóatl diciendo:

Mi amado príncipe y sumo sacerdote. Yo soy su más humilde sirviente, vengo de las laderas del monte Nonohualca. Mí amado príncipe, le dará regocijo verse a sí mismo en este espejo.


Pero al ver su reflejo en el espejo, Quetzalcóatl estaba horrorizado:

¡Soy una monstruosidad! ¿Cómo sucedió esto? ¡Mi pueblo jamás debe verme así!


Después de completar su misión Tezcatlipoca se fue, mientras que Quetzalcóatl se escondió del mundo. Sin embargo el sumo sacerdote Quetzalcóatl comenzó a extrañar a su pueblo.


Sabiendo que esto sucedería, el brujo Ihuimecatl acordó con un artista de plumas que visitara al sacerdote y le ofrecierá sus servicios. Artista:

Mi amado príncipe, he venido a decirle a majestad, que por favor salga, muéstrese ante su pueblo. Permítame prepararle y arreglarle para que su pueblo pueda verlo de nuevo.


Y así fue como el artista de las plumas le fabricó a Quetzalcóatl un impresionante tocado de plumas y una máscara de turquesa con dientes de serpiente. El sumo sacerdote estaba satisfecho con lo que vio. Se lo puso y salió de su casa de coral, camino entre su pueblo, pero muy dentro de sí, él deseaba no tener que esconderse detrás de la máscara.


**

Acto seguido, el tercer brujo, Toltecatl, fue al lugar llamado Xonocapacoyan, donde se encontró con un granjero quien era el custodio de la Montaña Tolteca y le pidió que le preparara la bebida de pulque y la mezclara con panal de abejas.


Luego los tres brujos, Tezcaplipoca, Ihuimecatl y Toltecatl, fueron a Tollan, la casa de Quetzalcóatl, y le trajeron aquella bebida especial, junto con algunas hierbas, chiles y otros vegetales.


Al principio Quetzalcóatl se negó a recibirlos, pero los brujos insistieron tanto que al final, él accedió a dejarlos entrar. Una vez adentro, muy humildemente los brujos le ofrecieron a su rey, a su sumo sacerdote la comida, la cual él comió, pero se negó a probar el pulque.


Entonces Tezcatlipoca dijo:

Mi amado príncipe, tus vasallos han notado que algo oscurece tu amable corazón. ¡Tomé un sorbo de esta bebida, y verá que por fin le traerá júbilo!


Quetzalcóatl pensó que un sorbo no le haría daño. Gusto la bebida con un dedo y la encontró agradable. Tomó más, y entre más tomaba, más se embriagaba y más sediento se sentía.


Los brujos habían venido preparados para ello. Tezcatlipoca:

¡Un segundo vaso le calmará la sed, mi amo! ¡Mi amado príncipe, no deje que las responsabilidades lo agobien, libérese!


Quetzalcóatl y sus ayudantes tomaron y tomaron hasta que estaban aplaudiendo y bailando como tontos alrededor.


El brujo Ihuimecatl entonces elevó un canto para Quetzalcóatl, para que lo recordara.


¡Mi amado príncipe, aquí le va un verso que usted querrá recordar! Mi casa de quetzal, quetzal Mi casa de troupial Mi casa de concha roja Debo ahora perderlas Por mi descuido


Cinco veces Quetzalcóatl tomó aquella embriagante bebida de pulque, y en la cima de su regocijo, el Sumo Sacerdote llamó a su hermana y la invitó a tomar juntos. Ella tomó no una vez, pero cinco veces. Y mientras ella tomaba Tezcatlipoca elevaba otra canción:


Mi amado príncipe, aquí le va un verso que usted querrá recordar! Mi hermana, ¿A dónde vivirás ahora? ¡Ay, ya, ya, yn, ye, an


Al amanecer, Quetzalcóatl y sus ayudantes no bajaron a las aguas a rezar ni a realizar sus sacramentos. Pero tan pronto el sol apareció, se llenaban de angustia. Sus corazones estaban pesados de remordimiento. Quetzalcóatl dijo:

¡O! qué desafortunado soy! ¡Aquel que posee un cuerpo mortal, solo será miserable y afligido! Aquello que alguna vez fue precioso, ya no lo es.


A lo que elevaba su lamento, sus ayudantes lloraban con él y repetían sus palabras. Se sentían deshonrados. Al final, Quetzalcóatl decidió abandonar su ciudad. Envió sus ayudantes a esconder sus posesiones materiales y luego partieron en busca de Tlillan, Tlapallan, Tlatlayan, las tierras negra y roja ardiente.


Quetzalcóatl viajó hasta que encontró el lugar que buscaba y lloró en amarga contrición.


Y fue de nuevo en el día 1 caña, se cuenta, se dice, cuando él llegó a Teoapan Ilhuicaatenco, “A lo largo de las aguas divinas, a la orilla de las aguas celestiales.” Entonces se detuvo y lloró. Se retiró las vestimentas, pero aún con la máscara de turquesa puesta se ofreció a las llamas.


Este lugar donde Quetzalcóatl se inmoló, vino a ser conocido como Tlatlayan, “La tierra donde muere el sol.”


Y se dice que cuando ardía, sus cenizas salieron y se elevaron. Y de allí surgieron todas las aves de gran valor, que se elevaron en el cielo: el pájaro espátula rosado, la cotinga, el trogon, la garza, el papagayo amarillo, el guacamayo rojo, el papagayo de barriga blanca, y otras aves de precioso plumaje.


Y cuando las cenizas se extinguieron, entonces se elevó su corazón, el ave de quetzal misma. En ese momento sus ayudantes supieron que él había entrado al cielo dentro del cielo.


Los antiguos decían que él se transformó en la estrella del amanecer. Se dice que cuando Quetzalcóatl murió, esta estrella apareció, y fue llamado Tlahuizcalpanteuctli, “El señor de la casa del amanecer.”

Y aún se cuenta y se vuelve a contar, este cuento que a muchos hace pensar.


Epílogo


Muy bien mis queridos y queridas oyentes,hablemos de la historia. Esta vez espero que mi descubrimiento les sorprenda tanto como me sorprendió a mi. Comencemos con la idea de que hasta no hace mucho, honestamente yo pensaba que los Toltecas habían sido una civilización pacífica y formidable, y que había alcanzado mucho.


Sin embargo, quizá haya otra aproximación a dicha suposición. ¿ Recuerdan que en el episodio anterior mencioné que diferentes misioneros habían recogido numerosas versiones de las historias de la gente que se habían encontrado en el llamado “Nuevo Mundo”?


Bueno, uno de ellos Don Bernardino de Sahagún, es en parte responsable por la idea de que los Toltecas eran grandiosos, pacíficos y muy artistas. Sin embargo, dicho rumor comenzó mucho antes de Don Bernardino. Era como un tipo de propaganda política que los Aztecas y otros grupos trataron de propagar.


En consecuencia, la grandeza de los Toltecas apenas vino a ser cuestionada recientemente. Porque a través de la historia, algunos recuentos, especialmente aquellos que fueron impresos en papel, se convirtieron en palabra sagrada.


Aquí les va parte de lo que Bernardino de Sahagún dijo: Eran tan hábiles en la Astrología Natural los dichos Toltecas que ellos fueron los primeros que tuvieron cuenta, y la compusieron en los días que tiene el año, y las noches y sus horas. Y estos dichos Toltecas eran buenos hombres y allegados a la virtud, porque no decían mentiras. Adoraban a un sólo señor que tenían por dios el cual llamaban Quetzalcóatl, cuyo sacerdote tenía el mismo nombre que también le llamaban Quetzalcóatl. Dichos Toltecas en todo le creían y obedecían y eran muy temerosos de su dios.


Junto al recuento de Bernardino, otras historias aseguraron que la historia en que Quetzalcóatl deja a su amado pueblo se alinea con la profecía de la caída de la ciudad de los Toltecas, la mítica, Tula. Que Quetzalcóatl era un dios encarnado en mortal. Que la civilización de los Toltecas siempre fue avanzada, sabia y legendaria. En consecuencia, con el tiempo, el nombre Tolteca fue comparado con la mítica Atlantes.


Por lo tanto, en este episodio, hablaremos de qué le pasó a los Toltecas, ¿Quiénes eran? ¿Acaso hubo otro agente de progreso en la historia? ¿Quién fue ese hombre Quetzalcóatl? Prepárense para escuchar un cuento de ambiciones políticas, engaño y antiguas conspiraciones.


En el libro, Legends of the Plumed Serpent – Leyendas de la Serpiente Emplumada por Neil Baldwin, nos encontramos que un factor destructivo dentro de Tula -la capital de los Toltecas- fue la división entre los poderes teocráticos y grupos militaristas, que eventualmente estallaron en un conflicto abierto.


Y un hombre nacido alrededor del año 935 al 945 C.E, llegó al poder como Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl y fue uno de los últimos representantes de la cultura Tolteca.


Una cultura que aparentemente sufrió una diáspora masiva bajo su reinado. En las palabras de Baldwin, el exilio de la legendaria serpiente emplumada – es decir de Quetzalcóatl – puede ser una metáfora transmitida a través de los años, acerca del dramático desplazamiento de toda una cultura. Una migración forzosa atribuida a las hordas invasoras de grupos nómadas llamados Chichimecas.


Entonces, propongo que le debemos un vistazo más cercano a los aparentes culpables y a sus víctimas.

En el artículo Tula-Teotihuacán, Quetzalcóatl y la Toltecayótl por Enrique Florescano, nos hablan de que los Toltecas tuvieron orígenes humildes y que quizá no construyeron una cultura tan impresionante así de la nada y por si mismos.


El autor nos cuenta: “En los albores del siglo X una horda semi-bárbara irrumpe violentamente en el Valle de México dominando y sometiendo pueblos: son los toltecas, encabezados por su gran jefe Mixcóatl. En pocos años estos temibles guerreros conquistan todo el Valle y se establecieron en Culhuacán.”


El autor continúa explicando que los Tolteca-Chichimeca eran un grupo guerrero del altiplano, liderados por señores que practicaban su dominio a través de un aparato religioso bastante complejo. Estos guerreros se convirtieron en el nuevo orden político, social, cultural y religioso en la región. Su expansión estaba basada en una estrategia militarista, cuya columna vertebral eran los soldados.


La jerarquía social estaba condicionada al número de prisioneros que un guerrero apresaba en la batalla, y el honor más alto era morir luchando – eso suena muy Azteca. De hecho, los títulos de la nobleza Tolteca estaban basados en dicho tipo de victorias. Esta estructura socio-política, militar e imperialista, acabó influenciando su cultura y religión, y la de aquellos que luego se hicieron llamar sus herederos.


Por ejemplo, la religión Tolteca tenía un aspecto místico y providencialista, es decir que todo era la decisión de los dioses. Un aspecto que era algo desconocido para la gente del valle de México. La religión se convirtió en un elemento político de expansión de estos grupos semi-nómadas. Así como las cruzadas fueron para los cristianos.


Florescano continúa diciendo que el mayor obstáculo que estos Toltecas tuvieron fue la cultura y la religión de los pueblos que se proponían conquistar en el valle de México. El mayor problema era la creencia de estos pueblos, la cual estaba enraizada en una tradición milenaria, refinada y compleja. Que había producido diversas deidades y símbolos que se habían diseminado por toda Mesoamérica. En otras palabras, los conquistados no resultaron ser tan dóciles como los invasores hubieran querido.


Pongamos el asunto en perspectiva. Los Toltecas llegaron con la intención de conquistar e imponer sus ideas, pero la empresa no estuvo libre de complicaciones. La gente del Valle de México, tenían antiguas tradiciones fuertemente enraizadas, por lo cual me atrevo a decir que llevaban allí un buen tiempo o su cultura era más antigua que la de los recién llegados.


Florescano clarifica el asunto. Nos dice que aunque los centros ceremoniales del periodo clásico, donde Teotihuacan había florecido, estaban abandonados, hubo una continuación cultural de dichos centros en las personas que hicieron posible la fundación de las ciudades de Cholula, Xochicalco y otras.

Es posible que en este momento ustedes estén algo perdidos o pérdidas. Acabo de mencionar otra cultura, la de Teotihuacan y para rematar mencioné unos nombres bien raros de ciudades. No se asusten, ya regresaremos a dichas ciudades, pero por ahora tomemos un desvío, tomemos la ruta de Teotihuacan.


En el libro 1491 escrito por Charles C. Mann, un libro que definitivamente deben leer, nos dicen que alrededor de la época de cristo, Teotihuacan surgió como un poder militar. Y por cuatro siglos, los Teotihuacanos directamente extendieron su alcance e influencia sobre casi todo México central, e indirectamente tan lejos como Guatemala.


A parte de las ruinas, y de que hay un templo de la serpiente emplumada, los arqueólogos no han podido encontrar mucho al respecto. Todavía no sabemos qué lengua hablaban, si se llamaban a sí mismos Teotihuacanos.


Sabemos que tenían un tipo de escritura, pero aún no ha aparecido una piedra roseta que nos ayude a descifrarla. Los Teotihuacanos duraron cerca de ocho siglos y su colapso es un misterio.


Pero cuando alguien alcanza a durar por tanto tiempo en el mismo lugar, debe dejar una marca duradera, ¿cierto? Una marca tan imponente que quien sea que venga después quiera emular dicha grandeza. ¿Y quién creen que quería hacer esto? ¡Los Toltecas! Pero como hemos aprendido, ellos habían llegado recientemente al vecindario y no eran muy diestros en las artes y letras.


Entonces, ¿Cómo acabaron los Toltecas aprendiendo la cultura de Teotihuacan que había desaparecido hacía ya un tiempo?


De nuevo Florescano llega al rescate. Él nos dice que fue a través de los antiguos centros ceremoniales, a través de los cultos sacerdotales y de la tradición oral y escrita.Sin embargo, la cultura Teotihuacana no le entro a los Toltecas por puro ósmosis. ¿Recuerdan que mencioné anteriormente que antes de que llegaran los Toltecas, habían unos pueblos viviendo en el valle de México? Aquellos con quienes los Toltecas se toparon en sus conquistas.


Bueno, al parecer estas gentes eran descendiente culturales de los Teotihuacanos. Entonces por efecto de asimilación, es que los Toltecas llegaron a poseer dichos vastos conocimientos y artes. Florescano argumenta que si no fuera por esto, no podríamos explicar la rápida ascensión al poder de los Toltecas, y después de los mismos Aztecas.


En otras palabras el resultado pudo haber sido bastante diferente, si estos grupos semi nómadas, es decir los Toltecas-Chichimecas, hubieran llegado a un territorio deshabitado o hubieran escogido ignorar las destrezas y habilidades de los pueblos que encontraron y más bien los hubieran arrasado. La pregunta ahora es, ¿y quiénes eran estos pueblos con los que los Tolteca se encontraron?


Florescano cita que antes de que los Toltecas se asentaran en Tula, otro grupo había llegado previamente. Un grupo que trajo consigo el conocimiento de diferentes oficios. Ellos eran los Nonoalca-Chichimeca. Sin embargo, a pesar de que ambos grupos eran Chichimecas, es decir foráneos, los Toltecas y los Nonoalcas no estaban relacionados. Ambos eran inmigrantes en la región del valle de México.

Florescano indica que un texto antiguo se menciona lo poco conocedores de las artes y letras que eran los Tolteca-Chichimeca: “Año 10-casa. En él murió Huactli, rey de Cuauhtitlán. Este es el rey que no sabía cómo se siembra el maíz comestible. Y sus vasallos no sabían cómo se hacen mantas. No tenían otro ropaje que pieles. Aún era su alimento pájaros, culebras, conejos; tampoco habitaban casas, sino que andaban sin rumbo, andaban vagando.”


En contraste, los Nonoalcas, a pesar de tener origen extranjero, era muy conocedores y parecían saber muchas cosas útiles respecto a la agricultura y las artes. Eran devotos del dios Quetzalcóatl y tenían una forma muy peculiar de raparse la cabeza. Por lo cual, Florescano concluye que los Nonoalcas deberían ser quienes recibieran el reconocimiento y crédito cultural que los Toltecas y sus descendientes políticos, los Aztecas, se atribuyeron.

Entonces, ¿cómo estos dos grupos los Toltecas-Chichimecas y los Nonoalca-Chichimeca acabaron siento parte de la misma historia? Bueno, hace mucho tiempo había un jefe Tolteca llamado Mixcóatl quien lideró la invasión Tolteca. En una de sus excursiones, en lo que es hoy el estado de Morelos, Mixcóatl conoció a Chimalma y con ella tuvo un hijo. Y aquella joven al parecer tenía ascendencia Nonoalca-Teotihuacana. Ya adivinaron quién fue el chiquillo que nació de los amoríos de estos dos, de Mixcóatl y Chimalma?


Por supuesto, fue Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl, nuestro protagonista. Con el tiempo, este personaje se hizo leyenda y al igual que otras figuras mesiánicas, sus orígenes fueron adornados con misticismo.


En los Anales de Cuauhtitlan se dice que Topiltzin fue concebido milagrosamente después de que su padre murió y su madre se trago una esmeralda. En contraste, en Histoire du Mechique se dice que el padre de Topiltzin era el dios Camaxtli y su madre la diosa Chimalma. Pero por lo menos en un detalle las fuentes si se ponen de acuerdo y es que Chimalma murió en el parto.


Continuando con el legendario recuento de los Anales de Cuauhtitlan, encontramos que Topiltzin fue traído a Tollan o Tula como el nuevo rey y sacerdote, donde reinó desde el año 1153 hasta el año 1175 C.E. Y este hombre quien había nacido en un mundo de conquistas y entrenado como guerrero, por alguna razón escogió oponerse al sacrificio humano.


Enrique Florescano, explica que la razón por la cual Topiltzin fue en contra de la cultura paterna es porque fue criado por los abuelos maternos en la religión que se profesaba en Xochicalco, donde su familia vivía. Xochicalco, era uno de esos centro ceremoniales donde las tradiciones de Teotihuacan fueron preservadas.


En consecuencia, cuando Topiltzin fue llevado a Tula, la capital de los Toltecas, para heredar la posición de su padre, su perspectiva de gobierno, desató una pugna por el alma del pueblo. A su alrededor, dos grupos entraron en oposición. Aquellos que apoyaban la forma de vida de los Tolteca-Chichimeca y aquellos que apoyaban a los Nonoalcas.


En los Anales de Cuauhtitlan nos dicen “Cuando no los obedeció en cuanto a hacer sacrificios humanos, se concentraron los demonios. Los que se nombraban Tezcatlipoca, Ihuimecatl y Toltécatl dijeron: es preciso que deje su pueblo, donde nosotros hemos de vivir.”


Aquí Florescano enfatiza que aquellos llamados demonios podrían representar los intereses de tres tribus Tolteca-Chichimeca. Mientras Ce Acatl Topiltzin gobernaba, las diferencias entre las facciones a su alrededor llegaron a un punto insostenible. Veamos entonces cuáles eran otros de los factores que contribuyeron a tan trágico descenlace.


Florescano dice que la religión de Topiltzin-Quetzalcóatl era nueva en el valle de México, que no parecía tener ninguna relación con las antiguas.


El personaje construyó cuatro casas de ayuno y vivía como un ermitaño dentro y protegido en un cuarto oscuro. Donde meditaba, se auto-castigaba y vivía bajo una disciplina severa. Tenía una perspectiva humanista de la vida, en la cual la vieja costumbre de los sacrificios humanos era innecesaria.


Todo esto se oponía a la forma en que los otros sacerdotes practicaban la fe y vivían. En otras palabras, los estaba haciendo quedar mal. Él vino a representar un cambio radical en el progreso moral de Mesoamérica.


Este hombre llegó a predicar una nueva forma de vivir cuando el mundo mesoamericano atravesaba lo que hoy podríamos llamar una crisis de fe. Como Florescano diría “Los viejos dioses han abandonado a los hombres. Los palacios, los templos, los campos, las cosechas todo se ha perdido. Los hombres vagan ahora por la tierra sin frutos robando y matando para comer, sembrando odio y destrucción. Las viejas costumbres, las leyes y usos antiguos se han roto y ya no protegen al hombre. Las guerras y calamidades se suceden y la paz, la tranquilidad, el esplendor y sabiduría pasados no vuelen. El hombre se pregunta si los dioses lo han olvidado, si el pecado que provocó tal desastre es tan grande que no puede ser perdonado.”


Florescano nos dice que paralelo a esta noción, a esta necesidad de salvación, también surgió la idea de una Edad Dorada. La nostalgia por aquellos buenos viejos tiempos! Esa idea sesgada de que todo lo que pasó en el pasado fue mejor, más noble; esa sensación de que en el pasado siempre hubo una inocencia, sabiduría y simplicidad. Una era cuando todas las personas estaban contentas, satisfechas y había suficiente para todos. ¿Les parece familiar? Cada generación que envejece dice lo mismo.


Presuntamente, los Nonoalcas estaban montados en ese tren. Añorando los tiempos en que los padres fundadores eran titanes y habían construido una ciudad majestuosa, Teotihuacan. Donde los dioses habían nacido y se habían sacrificado. La ciudad perfecta donde las artes, la ciencia, la literatura habían reinado. Y por supuesto, tenían que hacer lo necesario para regresar a dichos gloriosos tiempos.


Por lo tanto se comenzó a predicar que para evitar la crisis o sobrevivirla, las personas debían rectificar sus hábitos. Que una vida ética y virtuosa debía estar por encima de la guerra y de los sacrificio humanos. Que contra la destrucción y el abandono, debía ser predicada una doctrina de cultura y civilización.


Sin duda, los Nonoalcas de alguna manera habían tratado de convencer a estos pueblos orientados a la guerra, es decir los Toltecas, de que la paz y la austeridad eran el nuevo camino. Pero estos guerreros y sacerdotes tenía su propia agenda y además están muy cómodos con el tipo de vida que llevaban.


Sin embargo, aunque los Nonoalcas poseían el conocimiento de la agricultura, las artes, la ciencia y la astronomía, y que creían que tenían asegurada una posición privilegiada por todo esto, pues el problema era que eran minoría.


Aun así, la sensación de valía que sentían los Nonoalcas les llevó a aspirar a la gobernación de la ciudad de Tula. Pensaron que tenían todas las de ganar. Después de todo uno de los suyos había traído al mundo al futuro rey, Topiltzin-Quetzalcóatl. Pero como todos sabemos, hoy día, igual que antes, las personas escogen a sus líderes por las promesas no por su hoja de vida.


No obstante, Florescano nos dice que cuando Topiltzin-Quetzalcóatl tomó control, después de un periodo de guerras y pugnas, no lo hizo (solo) como gobernante pero como el sumo sacerdote. Y a partir de allí trató de convertirse en el líder espiritual e imponer el camino pacifista sobre una mayoría de señores orientados a la guerra.


Pues, por supuesto que el predicamento de Topiltzin Quetzalcóatl no sentó muy bien a aquel ambiente militarista e imperialista al cual los Toltecas estaban acostumbrados. Así que adiós amigo, ¡por aquí te vi y no me acuerdo!


Después de el último enfrentamiento político entre los seguidores de Topiltzin y sus oponentes, es que los Nonoalcas comprenden su derrota y se van. La idea de restablecer un glorioso pasado no sería posible. Y nunca lo es. Cada persona, cada cultura debe construir sus propias glorias y nunca tratar de emular el pasado.


Cuando Topiltzin-Quetzalcóatl y sus seguidores se marcharon, los Toltecas comenzaron a reorganizar la casa. Primero, reinstalaron a su dios Tezcatlipoca, el ojo que ve en la oscuridad. El dios de los guerreros, jueces y vengador, el que lo sabe todo y es omnipresente.


Pero poco después, es que los Toltecas se dan cuenta de que los han dejado desprovistos de algo valioso para el progreso y la legitimación de su joven cultura. Los Nonoalcas, como dije anteriormente, conocían los secretos de la agricultura, el arte de los libros pintados, la construcción de casas y palacios. Conocían el arte del diseño de plumas y la talla de piedras preciosas.


Y ¿ahora que iban a hacer los Toltecas? El arte de la guerra no era suficiente para imponerse sobre los pueblos del valle de México.


Bernardino de Sahagún nos dice, que aparentemente los Toltecas trataron de disuadir a Topiltzin cuando llegó a otro lugar que se llama Coahuapan.


Allí “los dichos nigrománticos vinieron a toparse con él, para impedirle que no se fuese, diciendo:¿A dónde os vais? ¿Por qué dejasteis vuestro pueblo? ¿A quién lo encomendasteis? ¿Quién hará penitencia? ¿A dónde te encaminas? Él responde a los magos: De ningún modo me es ahora posible regresar. Debo irme! Ellos dijeron:¿Dónde irás Quetzalcóatl? Él dice:Voy, a la tierra del Color Rojo, voy a adquirir saber. Ellos le dicen...-Muy bien está: deja entonces toda la cultura tolteca.


Sahagún acaba diciendo: De todo los magos se adueñaron. Y él entonces allí arrojó al agua sus collares de gemas, que al momento en el agua se hundieron.


A partir de esto último, podemos inferir que quizá Quetzalcóatl haya instruido a algunos de sus seguidores a quedarse con los Toltecas, para que trabajaran para ellos o les enseñaran el arte de los Nonoalcas. Y como muestra de gratitud los Toltecas rápidamente borraron de su historia la contribución Nonoalca y se otorgaron crédito total sobre la grandeza de su cultura. Típica maniobra imperialista, que aún hoy se aplica al dedillo.

Poco después, los Aztecas, reforzaron la mentira, a pesar de la evidencia que la contradecía. La ironía es que los Aztecas no sólo difundieron esa mentira al repetirla pero al quemar los viejos códices y libros de historia de los Tepaneca, quienes habían sido una ciudad Tolteca hacia el año 1428. Porque lo que había en ellos contradecía el eslogan de grandeza que los Aztecas ahora clamaban haber heredado de los Toltecas.


En consecuencia, entre más se repitió y contó la versión de los victoriosos, los Toltecas se aseguraron un halo de grandeza y sabiduría. Cuando, por el contrario, los Nonoalcas debían haber recibido el crédito por ser aquellos quienes llevaron a la ciudad de Tula a su cima artística.


Por último cerraremos el programa con un poema existencialista acerca de la fragilidad de nuestro paso por este mundo. Este poema fue compuesto por el rey poeta de Tezcoco el legendario Nezahualcóyotl, quien será el protagonista de nuestro último episodio de Narrativas Precolombinas Mesoamericanas.


**

Dador de la vida

por Nezahualcóyotl


Con flores escribes, Dador de la vida, con cantos das color, con cantos sombreas a los que han de vivir en la tierra. Después destruirás a águilas y tigres, sólo en tu libro de pinturas vivimos, aquí sobre la tierra. Con tinta borrarás lo que fue la hermandad, la comunidad, la nobleza. Tú sombreas a los que han de vivir en la tierra

Y con este poema damos terminada la historia de Quetzalcóatl que ya quedo en el pasado. Hasta el siguiente cuento, adiós, adiós.


Créditos

Las canciones: A_Singular_Perversion_Darkness, Double_Drift, All_This_Scoring_Action, Inexorable, Danse_Macabre - Kevin MacLeod is licensed under a Creative Commons Attribution license (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)

Camaguey – Silent Partner

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